Improvisa.
Da gusto ver las pelis de Michael Mann. Entretenimiento pero siempre con algo más, con ese regusto de haber visto una buena película, y si es de acción mucho mejor, porque tienen algo que las marca especialmente, una especie de sello Mann.
En esta ocasión la historia es simple y hasta cierto punto predecible. Un taxista de Los Ángeles en el turno de noche recoge a un curioso pasajero que le ofrece una extraña oferta: le pagará cuantiosamente para que le lleve a hacer cinco visitas por la ciudad. Pronto descubrirá que su pasajero es un asesino a sueldo y que esas "visitas" son para matar a cinco personas. A partir de ese momento, nuestro taxista sufrirá la que será, sin duda, la peor noche de su vida.
Estamos ante una entretenidísima película de acción de ritmo intenso, que atrapa desde el primer momento, con efectivos (aunque no siempre acertados) giros de guion cuando la trama empieza a volverse repetitiva, y grandes secuencias de acción (como casi siempre que está Mann por medio). Entre los dos protagonistas y el espectador se produce una curiosa complicidad: sabemos que el malo es un asesino implacable y que el taxista es una buena persona, pero por extraño que parezca, al conocer el espectador el previsible desarrollo de los acontecimientos, se puede llegar a comprender las motivaciones de ambos y que el asesino no provoque rechazo (acierto o fallo de Tom Cruise, según se mire).
La nocturnidad, siempre presente en la película, y ese tono de road movie urbana, permiten trazar una radiografía del alma de Los Ángeles, simplemente con planos aéreos y una fotografía muy buena. Si a esto añadimos una cuidada banda sonora, se logra mantener siempre la tensión incluso cuando entre medias hay supuestos diálogos filosóficos de orientación Tarantiniana.
Lo que más lastra a la película son algunas lagunas de guion. El personaje del policía, interpretado por Mark Ruffalo, siempre parece que va a llegar a más, a tener una importancia capital en la película, pero luego se queda en nada. Algo parecido sucede con Javier Bardem, que aparece en una notable escena pero supeditada al lucimiento de Foxx, para luego quedarse también en nada. Del mismo modo, la irrupción del FBI se queda en nada. Y es una lástima, porque el espectador empieza a imaginar complicados desenlaces con varios bandos implicados, para luego desembocar en un final bastante esperable desde el primer minuto y que sólo se salva gracias al talento de Mann y su increíble sentido del ritmo.
Da gusto ver las pelis de Michael Mann. Entretenimiento pero siempre con algo más, con ese regusto de haber visto una buena película, y si es de acción mucho mejor, porque tienen algo que las marca especialmente, una especie de sello Mann.
En esta ocasión la historia es simple y hasta cierto punto predecible. Un taxista de Los Ángeles en el turno de noche recoge a un curioso pasajero que le ofrece una extraña oferta: le pagará cuantiosamente para que le lleve a hacer cinco visitas por la ciudad. Pronto descubrirá que su pasajero es un asesino a sueldo y que esas "visitas" son para matar a cinco personas. A partir de ese momento, nuestro taxista sufrirá la que será, sin duda, la peor noche de su vida.
Estamos ante una entretenidísima película de acción de ritmo intenso, que atrapa desde el primer momento, con efectivos (aunque no siempre acertados) giros de guion cuando la trama empieza a volverse repetitiva, y grandes secuencias de acción (como casi siempre que está Mann por medio). Entre los dos protagonistas y el espectador se produce una curiosa complicidad: sabemos que el malo es un asesino implacable y que el taxista es una buena persona, pero por extraño que parezca, al conocer el espectador el previsible desarrollo de los acontecimientos, se puede llegar a comprender las motivaciones de ambos y que el asesino no provoque rechazo (acierto o fallo de Tom Cruise, según se mire).
La nocturnidad, siempre presente en la película, y ese tono de road movie urbana, permiten trazar una radiografía del alma de Los Ángeles, simplemente con planos aéreos y una fotografía muy buena. Si a esto añadimos una cuidada banda sonora, se logra mantener siempre la tensión incluso cuando entre medias hay supuestos diálogos filosóficos de orientación Tarantiniana.
Lo que más lastra a la película son algunas lagunas de guion. El personaje del policía, interpretado por Mark Ruffalo, siempre parece que va a llegar a más, a tener una importancia capital en la película, pero luego se queda en nada. Algo parecido sucede con Javier Bardem, que aparece en una notable escena pero supeditada al lucimiento de Foxx, para luego quedarse también en nada. Del mismo modo, la irrupción del FBI se queda en nada. Y es una lástima, porque el espectador empieza a imaginar complicados desenlaces con varios bandos implicados, para luego desembocar en un final bastante esperable desde el primer minuto y que sólo se salva gracias al talento de Mann y su increíble sentido del ritmo.
- LO MEJOR: las escenas de acción (la de la discoteca es muy buena) y ver que a Tom Cruise le sientan mejor los papeles de malo.
- LO PEOR: lo desaprovechados que resultan los secundarios en comparación con la trama principal. Mención especial en este caso para Ruffalo y Bardem (por ser de casa).
- NOTA: 8/10