sábado, mayo 20, 2006

El aburrido código Da Vinci


No voy a hacer una sinopsis de la película porque a estas alturas se la sabe todo el mundo. Y el que no la conozca tendrá un aliciente para ir a ver la película. Sólo comentar que, pese al enorme despliegue de copias (750 en toda España, récord absoluto en nuestro país), tuve enormes dificultades para conseguir una entrada en la sesión golfa del viernes.

Albergaba ciertas esperanzas sobre la película. Para empezar el propio libro es casi un guion cinematográfico. La novela es bastante mala pero al menos engancha lo suficiente para entretener y pasar páginas frenéticamente (lo que todo best-seller debe hacer). Por otro lado estaba el reparto, plagado de nombres respetables: Hanks, Gand... Ian McKellen, Reno, Alfred Molina y Amélie (sí, se llama Audrey Tatou -creo-, pero esta chica será Amélie para los restos al igual que el fulano que hacía de Frodo). El director, Ron Howard, no es santo de mi devoción pero conoce los rudimentos del cine y tiene alguna película notable (para mí, la única es Apollo XIII). Pero todos estos ingredientes han fracasado miserablemente.

La película es extremadamente aburrida, sobre todo para los que han leído el libro, pues la capacidad de sorprender de la misma es nula. El filme es un calco milimétrico de la novela. Así pues, el espectador que conoce la historia va siempre por delante de la narración; y el que no la conoce también, pues la supuesta complejidad de la novela (con parrafadas supuestamente eruditas que no vienen a cuento) no se reflejan en la cinta. Los actores se comportan como los actuales jugadores del Real Madrid: parece ser que el peso de sus bolsillos les impide actuar con pasión y profesionalidad. Ron Howard no se molesta en introducir novedades o un toque personal. Y ni siquiera hay sitio para la polémica porque todo resulta artificioso, excesivo o descaradamente falso.
Personalmente casi me duermo viendo una película. Vale que era bastante tarde y que la película es bastante larga (150 aburrido minutos), pero es que esto sólo me pasa con las malas películas que ya he visto. Y esto es lo que sucede con la película: que ya la había visto a través de la novela. La película no aporta nada e incluso me atrevería a afirmar que el libro es mejor (que tiene delito). Tuve que hacer un esfuerzo para seguir las divagaciones de la película sin descojonarme. Y claro, durante ese tiempo me dio por pensar chorradas: ¿por qué el conservador francés del Louvre escribe los mensajes en inglés?, ¿por qué todos los personajes franceses hablan inglés perfectamente?, ¿por qué a nadie le extraña que un monje albino de 1,90 se pasee por las calles de París?, ¿cómo habrán hecho en el doblaje francés para diferenciar cuando los personajes hablan con Langdon (inglés) y entre sí (en francés que aquí se subtitula)?, ¿cómo narices se consigue esconder en su ubicación final el secreto de la película sin que nadie se entere?, ¿qué hay que estudiar para ser experto en simbología y ganar lo suficiente como para alojarse en el Ritz?, ¿cómo consiguen cambiar tan rápidamente un plan de vuelo con destino a Zúrich a otro con destino a Londres? Entre pregunta y pregunta unos bostezos tan grandes que hoy he amanecido con agujetas en la mandíbula.

Eso sí, probablemente la gente no contaminada por el efecto Da Vinci pueda encontrarla interesante. Suele ser esa clase de gente que no lee nunca y que no va nunca al cine. Que la disfruten pues.

  • LO MEJOR: París, siempre París.
  • LO PEOR: el resto.
  • NOTA: 3/10 (el otro día vi la de Borjamari y Pocholo y tuve que rehacer la escala para evitar las puntuaciones negativas.
  • DESCRIPCIÓN: aburrida.

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