domingo, julio 23, 2006

Superman returns


¡Vamos Super!

Por fin voy a hablar de la que es, según mi parecer, la película más esperada del verano. Vuelve el Hombre de Acero y lo hace por la puerta grande. Son tantas cosas las que contar sobre la película y lo que la rodea que más vale armarse de paciencia para leer lo que viene a continuación.

La historia, salvo matices, es un calco del Superman de Richard Donner y no han tenido la decencia de reconocer que era un remake. Mala señal. Ya han salido los nostálgicos de turno para sacudir a esta película, aprovechando ese aire de remake para hacer comparaciones. Que si él no es Christopher Reeve, que si ella es una sosa, que si Spacey aburre, que bla bla bla. Dejemos claro qué clase de película estamos viendo: se trata de la resurrección cinematográfica de Superman, tras la entrañable pero olvidable Superman III y la infumable Superman IV. El objetivo es que las nuevas generaciones vuelvan a vivir con emoción las aventuras del superhéroe del calzón rojo. Estos talibanes del Superman original son iguales que los que demonizaban al Jar-Jar Binks de La amenaza fantasma sólo porque no era como el Chewbacca que ellos habían visto en su niñez, y no parecen comprender que similares reacciones de rechazo también se produjeron en el estreno de la trilogía original. La nostalgia es mala consejera a la hora de juzgar una película. Para gustos, los colores. Habrá gente a la que le guste el primer Superman y aborrezca a esta nueva versión, y habrá otros que se carcajeen viendo el Superman setentero con sus cables y dando vueltas a la Tierra para retroceder en el tiempo (menos mal que no se les ocurrió poner esto en la nueva versión).

Tras marcar terreno vamos al grano. La película arranca en un punto posterior a Superman II. Nuestro héroe se ha ido a buscarse a sí mismo entre las ruinas de Krypton. Cuando vuelve, descubre con horror que la gente ha aprendido a vivir sin Superman, que Lois Lane se ha liado con otro y tiene un hijo, y que ella pasa de Superman. Mientras tanto, Lex Luthor ha aprovechado su ausencia para salir de la cárcel, recuperar su riqueza e idear un plan malvado para derrotar al protagonista.

La película es todo un homenaje a Superman. Desde la voz en off de Marlon Brando, los títulos de crédito iniciales, la música de John Williams (sí, la de tin to nin ton, tin to ninnnn), el aire intemporal de los decorados y vestuarios... Vamos, que tiene todo para ganarse al fan de Superman. Por supuesto, los efectos especiales son espectaculares y ofrecen una demostración de los poderes del kryptoniano hasta ahora nunca vista, con lo que engancha al público palomitero. El hecho de tener a Bryan Singer al cargo es garantía de calidad en los acabados. No obstante, le falta algo, un puntillo para ser redonda.

¿Dónde está el problema? Analicemos el reparto. Él (Brandon Routh) está bien como Superman aunque no se le da tiempo para lucirse como Clark Kent (lástima, porque siempre suele ser de lo mejor). Kevin Spacey está bastante convincente como Lex Luthor, y esto es importante, pues los malos siempre suelen ser lo mejor de las películas de superhéroes. Los secundarios son los más logrados, tanto Perry White como Jimmy Olsen (muy bueno). El niño algo repelente. El problema está tal vez en ella (Kate Bosworth) como Lois Lane. Sí, muy mona y todo eso pero no se percibe el aire neurótico y estresado de esa reportera intrépida e incisiva. Sin embargo, para las escenas románticas está mejor.
El otro problema está en la duración. Dos horas y media para esta clase de filme resultan excesivas. Pero a mí me asaltan dudas, ¿qué quitar exactamente? Mucha gente se cargaría el final del hospital, pero a mí me gusta bastante (simbolismos aparte). Tal vez la parte del hidroavión y el barco hubiese sido mejor dejarla para otro día y dar más tiempo al enfrentamiento Superman-Luthor que luego se echa algo de menos.

Dejando estos importantes detalles a un lado, nos encontramos ante una película con buenas perspectivas. Es casi seguro que, de tenerla, su secuela será un película redonda porque sus responsables (si son los mismos) aprenderán de sus errores. Algo parecido sucedió con Spiderman: a la primera parte le faltaba un hervor, pero la segunda recuperó el espíritu de nuestro trepamuros favorito.

  • NOTA: 7,5/10
  • Lo mejor: todos los homenajes al Superman clásico.
  • Lo peor: demasiado larga. Puede aburrir al público no preparado.
PD: aprovecho estas líneas para comparar los dos Supermanes (setentero y actual). Del original me gusta mucho toda la primera parte, con Brando y Glenn Ford, y las primeras apariciones de Superman en Metrópolis. Luego está la parte del final dando vueltas a la Tierra que nunca he llegado a comprender cómo pudieron cagarla de esa forma. De esta nueva versión me gusta más el aire romántico (también presente en el original) y la forma (algo retorcida, eso sí) de dar una nueva vuelta a la historia.
Estoy deseando ver una pelea entre Superman y el General Zod con los efectos especiales actuales.

sábado, julio 22, 2006

Love actually


Inyección de amor y buen rollo.

Hay una serie de películas que no pueden clasificarse en buenas o malas. Son aquellas películas que uno ve con una sonrisa en la boca. Son aquellas películas en las que uno sale del cine mejor de lo que entró y mira de otra manera a la gente que le rodea. Son las películas
bonitas. Los ejemplos más paradigmáticos pueden ser ¡Qué bello es vivir!, La vida es bella o Amélie. A muchos les pueden parecer empalagosas, algo ñoñas y con el final feliz conocido de antemano. Claro que, al parecer, dicha gente prefiere sórdidos dramas, con trágicos finales que generan una desazón al abandonar la sala. En fin, obviamente Love Actually es una de esas películas bonitas.

El tema de la película es claro: el amor. Se nos muestra las distintas facetas del amor a través de una serie de historias donde se lucen los actores más famosos del cine británico y con una banda sonora cuidadosamente elegida para ser el regalo perfecto en Navidades o San Valentín.
En esta clase de películas con varias historias siempre hay unas mejores que otras. Personalmente, mis preferidas son la del escritor y la portuguesa, y la de la terapia amorosa entre un padre y su hijo de once años. No obstante, el resto de historias no desmerecen y se enlazan bastante bien unas con otras.

El reparto es estelar: Hugh Grant, Alan Rickman, Liam Neeson, Keira Knightley, Laura Linney, Emma Thompson, etc. Todos están bien pero hay uno que me llama la atención: Hugh Grant, que hace de... Hugh Grant; bueno, hace de Primer Ministro (O_o) que se enamora de una empleada de Downing Street. ¡Joder! Este tío no cambia de registro ni a tiros.

El director es el mismo que el de
Cuatro bodas y un funeral (otra película bonita) y la comparación resulta inevitable. Love Actually es bastante parecida en el concepto y en el humor pero siempre está un escalón por debajo ... le falta algo, no termina de rematar. Tal vez sea porque en el fondo sea más predecible de lo deseable y que algunas historias sean relativamente tópicas o por contra, que sean poco creíbles.

En cualquier caso, es una película totalmente recomendable: una buena terapia de amor. Como muestra, una de las frases de la película: “Cuando los aviones se iban a estrellar con las Torres Gemelas todo el mundo que viajaba dentro envió mensajes de amor, nadie envió mensajes de odio”.

  • NOTA: 7/10
  • LO MEJOR: que una película actual acabe con “The End” (el famoso “Te end”) es de agradecer.
  • LO PEOR: ¿qué imagen tienen los ingleses de los portugueses? ¡Por favor! Miedo me da pensar la que tienen de los españoles.

martes, julio 11, 2006

El Señor de la Guerra


Si en el mundo hay un arma para cada 12 personas, ¿cómo se arman las otras 11?

Cada cierto tiempo surcan la cartelera películas incómodas, que denuncian una realidad que no queremos ver, que nos dejan un desasosegante nudo en el estómago que tarda mucho tiempo en irse. En esta ocasión, se trata del tráfico ilegal de armas, uno de los principales combustibles que mantienen vivas esas guerras olvidadas del Tercer Mundo.

La película traza un retrato del tráfico ilegal de armas a través de las peripecias de Yuri Orlov (Nicolas Cage), un inmigrante ucraniano en los Estados Unidos. Se muestra su ascenso, triunfo y posterior miseria moral, mientras por la pantalla vemos desfilar toda suerte de policías y militares corruptos, niños soldado, dictadores sin escrúpulos y políticos de toda calaña.

El arranque es brillante. Se nos muestra el proceso que sigue una bala desde su fabricación - cuando sólo es una chapa de metal - hasta terminar en el cargador de un AK-47, que la incrusta en la cabeza de un joven soldado en las calles de Monrovia. Después se va mostrando un compendio de lujo y degeneración moral a través de un hombre que, como él muy bien dice, se le da bien vender armas. La película tiene ritmo y no se hace pesada en ningún momento, además destila un humor negrísimo, por parte del protagonista, cínico hasta la extenuación. Y cuenta con secuencias memorables, como el arranque antes mencionado o la del desmontaje del avión.

Sin embargo, la película cuenta con dos defectos que la hieren gravemente. Por un lado, la historia del protagonista (sus amores, la relación con su hermano) siempre parecen paréntesis incómodos entre la historia principal del tráfico de armas. Por otro lado, está la denuncia, donde no cuenta nada nuevo y que se reserva el meollo del asunto para el final, dejando la denuncia coja, sacrificada frente a la búsqueda de una película redonda. No obstante esto sirve para mostrar de manera indirecta, a la chusma que está desangrando África, a esa clase dirigente que sólo se preocupa por satisfacer su ego y que demuestran una alarmante falta de aprecio por la vida humana. En suma, podemos decir que la película cumple con lo esperado aunque deja la sensación de no querer atreverse a levantar las alfombras. Lástima.

  • NOTA: 7/10
  • Lo mejor: los títulos de crédito iniciales y el humor negro (demasiado negro para mucha gente).
  • Lo peor: al final parece que dispara con balas de fogueo. Nicolas Cage siempre tiene la misma cara.

lunes, julio 10, 2006

Cars


Cine de toda la vida renderizado.

Pixar lleva demostrando su maestría en el cine de animación digital durante estos años. Pero es que además saben contar historias de las de antes, de las que parece que ya no se hacen. Es ahora con Cars cuando efectúan un salto mortal, un arriesgado equilibrismo, pues a priori resulta complejo extraer expresividad y humanizar a esas máquinas de cuatro ruedas. No obstante, Pixar lo logra de nuevo y con creces.

La historia es bastante tópica. Nuestro héroe, joven y egoísta, engullido por la espiral de la fama, termina por casualidad en un pueblo perdido en medio del desierto. Allí, rodeado de pintorescos personajes, se descubrirá a sí mismo, aprenderá a ser mejor persona y de paso ayudará a los demás a ser más felices. Está la chica, el amigo gracioso, los secundarios cómicos, y el anciano maestro con un oscuro pasado.

En esta película se funden dos vías claramente definidas. Por un lado la película es un alegato a los coches como elemento de descubrimiento personal o como suministrador de libertad: la sensación de velocidad se consigue desde el primer segundo, las escenas de paseo en la carretera del desierto son maravillosas, sacadas de un anuncio de ¿Te gusta conducir? Se nota la pasión y el amor a los coches de quien firma la película. Y por otro lado está la mirada nostálgica, a la búsqueda de una América (y de un mundo) que ya no existe. Un mundo donde la gente no tiene prisa, donde la gente se saluda por la calle o se para a charlar educada o amablemente. Esta melancolía se refleja en la Ruta 66, la famosa carretera que atraviesa el pueblo de Radiador Springs, y que se suma en el abandono por la construcción de una fría e impersonal autopista, donde la gente circula sin admirar la maravillosidad del paisaje.

Pese a abordar temas manidos, la película siempre deja lugar a la sorpresa, bien por su fino humor (apto para todos los públicos), por su perfección técnica o por todos los detalles casi imperceptibles de este mundo animado. Es probable que mucha gente no aprecie estos matices y que la película le resulte monótona, e incluso excesivamente moralista. Pero estamos ante cine de toda la vida, del verdadero cine de los sábados por la tarde, preparado para el disfrute de toda la película. Éstas eran las premisas de partida de Cars y las cumple a rajatabla. Teniendo esto en mente nadie puede sentirse decepcionado. Una película con corazón escondida bajo el capó de relucientes coches de carreras.
  • NOTA: 8,5/10
  • Lo mejor: las escenas de velocidad y la perfección técnica en los paisajes. Los desternillantes títulos de crédito finales.
  • Lo peor: las típicas cancioncillas Disney y que se puede hacer un poco larga a la mitad.
  • Obs.: en el doblaje español hay muchas voces conocidas pero que pasan casi desapercibidas por lo poco que hablan. Mención especial para Antonio Lobato haciendo de locutor muy muy dignamente.