viernes, agosto 27, 2004

Thriller histórico: el género de moda


El último Catón (Matilde Asensi) y El código Da Vinci (Dan Brown).

He sucumbido a la tentación: voy a hablar del libro más omnipresente en todas las conversaciones en el último año y que no es otro sino El código Da Vinci. Ahora bien, para variar un poco voy a establecer un paralelismo con El último Catón que es un libro que me he leído hace poco y que guarda grandes similitudes con el archiconocido código. Que quede claro que la novela de Da Vinci se publicó antes pero no así la traducción así que se descartan posibles copias.

ÉL CÓDIGO DA VINCI
Mientras se encuentra en París por motivos de trabajo, el experto en simbología Robert Langdon es llamado por la policía para investigar la extraña muerte del anciano conservador del Louvre dentro del mismo museo. Al parecer las claves del misterio se encuentran en las pinturas de Leonardo Da Vinci.
Por las pistas dejadas por el anciano la policía francesa empieza a sospechar de él y Langdon se ve obligado a huir junto con la criptóloga Sophie Neveu, nieta del conservador. En su huida, perseguidos por las autoridades y el Opus Dei descubrirán la relación entre Da Vinci, una organización secreta de origen medieval conocida como el Priorato de Sión y un secreto que puede destruir a la Iglesia Católica.

EL ÚLTIMO CATÓN
Mientras trabaja en los Archivos Vaticanos, la paleógrafa Ottavia Salina recibe un encargo de las altas esferas de la Santa Sede: debe estudiar los símbolos aparecidos en el cuerpo de un etíope muerto en un accidente de helicóptero. En su investigación descubre la existencia de una organización secreta de origen medieval: los Staurofilákes, que se encargaban de guardar la Vera Cruz, es decir, la cruz en la que murió Jesús.
Acompañada de un arqueólogo egipcio, Farag Boswell, y de un capitán de la Guardia Suiza, Kaspar Glauser-Röist, tratarán de resolver la extraña desaparición de reliquias de la Vera Cruz en iglesias de todo el mundo. Para ello deberán superar una serie de pruebas basadas en la Divina Comedia de Dante Alighieri, lo que les llevará a siete grandes ciudades europeas, en una aventura donde intentarán descubrir quién es el último Catón.
A partir de este punto pueden ser revelados misterios de los libros que tal vez estropeen el placer de una posterior lectura de los mismos. El que siga leyendo, lo estará haciendo bajo su responsabilidad.

PARECIDOS RAZONABLES
  • Personajes: el componente académico/científico aparece en ambos libros. Tenemos un experto en simbología (Langdon) bastante soso para mi gusto, una criptógrafa (Neveu) que tampoco tiene una personalidad para tirar cohetes pero al menos tiene más carácter que Langdon. Por parte del Catón tenemos una paleógrafa (Salina) que tiene el aliciente de ser monja y en el libro asistimos a sus disquisiciones teológicas sobre la Iglesia, el amor y la Familia. Da algo más de juego. En este segundo libro aparece el personaje de Kaspar que a simple vista parece un sombrío héroe de acción pero tiene habilidades escondidas. En mi opinión los personajes de El último Catón están mejor definidos y con mayor personalidad.
  • Las pruebas y enigmas: en ambos casos se basan en obras de arte, ya sean pinturas de Da Vinci o el libro de Dante. Dentro de poco resolverán el asesinato de Kennedy basándose en Super Mario Bros. En el libro de Dan Brown hay más variedad e incluso uno puede ser partícipe en cierto modo de los acertijos; en el caso del Catón son más originales pero al final termina convirtiéndose en una especie de aventura gráfica: el libro no avanza hasta que no se supera una prueba y avanzar consiste en pasar a la siguiente ciudad a resolver el siguiente misterio. La verdad es que este aspecto lastra un poco a la novela española porque puede llegar a cansar un poquito.
  • Rigor histórico/documentación: en el libro de Brown poquito de ambas cosas. Se basa en una serie de mitos aprovechando el desconocimiento del primitivo cristianismo. En cuanto a documentación baste decir que aparece muchísimo mejor reflejado El Vaticano en la novela de Asensi que París en la de Brown, por no hablar de las otras seis ciudades que deben visitar los protagonistas de El último Catón. Las referencias históricas de las Cruzadas son bastante mejores en la novela española. Aquí me quedo con el Catón.
  • Desarrollo y desenlace: El código Da Vinci tiene un ritmo frenético puesto que los personajes deben moverse rápidamente al ser perseguidos por la policía y el Opus, no paran de pasar cosas y los capítulos son muy cortos, lo que permite al autor pasar de una situación a otra rápidamente. El último Catón también tiene bastante ritmo pero en la segunda mitad pierde un poco debido a la repetición de las pruebas (hasta siete veces) y a la historia de amor, que resulta bastante tópica y previsible. Si tenemos que hablar del desenlace pues ambos libros defraudan en parte porque asistimos a una serie de revelaciones que al final se quedan en agua de borrajas; uno se queda diciendo: ¿¡Y tanto rollo pa esto!? A mí me recuerda a la escena final de En busca del arca perdida: acaban de conseguir un arca que puede dar luz a grandes misterios de la Historia y termina en una caja, escondida en un almacen que parece que no se acaba nunca, sepultada de nuevo hasta que pasen de nuevo cinco mil años.
  • Conclusiones: en un concurso total tal vez El Código Da Vinci quedara por delante por ser más entretenido aunque su calidad literaria en bastante pobre. El último Catón es mejor libro en varios aspectos. De todos modos, ambas son lecturas bastante recomendable para desconectar durante unos pocos días. Y digo pocos porque enganchan y cuando uno empieza no para hasta devorar la última página.
POR QUÉ TIENE TANTO ÉXITO
Ambos se puede calificar de best seller, pero en el caso de El código Da Vinci estamos hablando de fenómeno que trasciende el ámbito literario. Las claves están claras: si uno mete en el mismo saco a los Templarios, los enigmas de Da Vinci, el Opus Dei (eso da mucho morbo), la Iglesia y la vida de Jesús, agita fuerte y lo escribe medianamente decente, y se obtiene un libro que rompe las listas de venta.
Cualquier libro que toque asuntos de fe y religión (en este caso los cristianos/católicos) ya tiene asegurado un componente polémico y eso se traduce en dinero. Si además todos los críticos del país destrozan el libro, los lectores, en un extraño acto de rebeldía, lo compran masivamente. Si encima arremete contra el todopoderoso Opus Dei (ojo a la crítica del libro en su web), ya tenemos un aliciente más para empezar a venderse como rosquillas. Y para terminar aderezamos con historias y leyendas urbanas con tintes pseudohistóricos: el origen de la Iglesia, las mentiras de los Evangelios, los Templarios, las Sectas, la Simbología en el Arte y la Ciencia, y un largo etcétera. Resultado: mucho mucho mucho dinero para el señor Brown. Que lo disfrute e intente escribir un poco mejor para la próxima vez.

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